La Reserva de la Biosfera de Gran Canaria es un espacio único en el mundo. Parte de nuestro patrimonio natural, enmarca una zona de nuestra isla con una gran variedad de flora y fauna que debe ser protegida y cuidada. Además, engloba tradiciones y costumbres que definen parte de nuestra identidad, dentro de los siete municipios que abarca (Agaete, La Aldea de San Nicolás, Artenara, Mogán, San Bartolomé de Tirajana y Tejeda).
La bióloga Pilar Pérez Suárez es Gestora de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria y por ello nos parece la persona idónea para hablar de este territorio de más de 100.000 hectáreas terrestres y marinas. En su visita a las oficinas del GAC de Gran Canaria, aprovechamos para hacerle una pequeña entrevista. Ya te adelantamos que el viento nos pilló desprevenidas y que se nos coló un poco más de ruido de la cuenta en el vídeo, pero no hemos querido perder la oportunidad de compartir este ratito en el blog.
Empezamos hablando de la definición de ‘reserva de la Biosfera’ y Pérez comienza haciendo hincapié en que este tipo de delimitaciones pretende integrar a las personas en los territorios, además de conservar el patrimonio natural y cultural. En Gran Canaria se declara la Reserva de la Biosfera en el año 2005.
Montse Gimeno, nuestra gerente, le traslada otra serie de preguntas, como por ejemplo, qué otros valores, además de los naturales, defiende la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Y la respuesta de Pérez no nos puede dejar más contentos, ya que comienza hablando de la pesca tradicional como uno de los valores primordiales del área marina. En el área terrestre, la lista no tiene fin: la trashumancia, el carboneo, los muros de piedra seca, las leyendas, las fiestas y un largo etcétera de valores que hay que preservar. Cuando le preguntamos por el carboneo, nos sorprendemos con esta tradición que todavía permanece en algunos municipios de la Isla.
Pérez habla de los proyectos que tienen en marcha desde la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, que son muchos. Pero recalca la necesidad de fomentar el arraigo de la población en las zonas más alejadas, con el fin de no despoblar los territorios. Por ello trabajan mucho en las escuelas, intentando que l@s más jóvenes conozcan los valores que tienen en su entorno y los protejan, que se sientan orgullos@s del lugar en donde viven.
Cuando hablamos de futuro, Pérez lo ve con un mayor compromiso, si cabe, hacia las personas y con más herramientas para escuchar a la población. «El reto es mejorar los procesos de participación, aumentar los canales y escuchar las demandas de los protagonistas», concluye.