En el puerto de Arguineguín, en el sur de Gran Canaria, se encuentra Pescados Óliver Miranda, una empresa que ha sabido combinar tradición y modernización en el sector pesquero. Detrás de ella está Óliver Miranda, un joven de 32 años que no solo ha seguido la estela de su familia en la pesca artesanal, sino que ha impulsado su propio negocio con visión y determinación. Montse Gimeno, gerente del Grupo de Acción Costera de Gran Canaria, entrevista a este emprendedor del sector primario de la isla.
Para Óliver, el mar no es solo un oficio, es una herencia. «Soy la quinta generación de pescadores por parte de mi padre y de mi madre. Desde antes de que me salieran los dientes, mi madre ya me llevaba al barco de mi abuelo», nos cuenta con orgullo.
Su historia con la pesca empezó desde pequeño, saliendo con su padre y su primo en las embarcaciones familiares. «Desde pequeño tuve claro que quería dedicarme a la pesca. Combinaba el colegio con el mar; llegaba tarde a casa después de pescar caballas y bonitos, y al día siguiente me iba directo al colegio», recuerda.
A los 13 años, sin titulación todavía, comenzó a trabajar en un barco, absorbiendo todo el conocimiento posible. «Le dije al patrón que me llevara aunque no me pagara, con que me llevara, yo era feliz». A los 17 años, le llegó su primera gran oportunidad: convertirse en patrón de un barco. «No es fácil poner un barco en manos de un joven de 17 años, es mucha responsabilidad. Pero aprendí muchísimo», nos explica.
De patrón a empresario
![Montse Gimeno y Óliver Miranda durante la entrevista](https://www.gacgrancanaria.com/wp-content/uploads/EntrevistaOliverMiranda.png)
Con los años, Óliver fue acumulando experiencia y conocimientos. Su siguiente paso fue obtener la titulación de patrón costero polivalente, un requisito fundamental para poder operar su propia embarcación. «Me fui a Tenerife a estudiar durante nueve meses mientras mi hermano se encargaba del barco. No fue fácil, pero valió la pena», dice.
Tras completar su formación, Óliver decidió que era el momento de dar el gran salto y comprar su propio barco. Así llegó el Nuevo Olimar, su actual embarcación, que opera con una tripulación de siete personas y realiza mareas largas de hasta 12 o 13 días sin tocar tierra.
Pero su visión empresarial no se quedó ahí. «Decidimos dar el paso y comercializar nuestro propio pescado», nos cuenta. En 2021 presentó un proyecto con el apoyo del Grupo de Acción Costera de Gran Canaria, consiguiendo una subvención que cubrió el 85% del coste de un camión frigorífico, equipos de almacenamiento y distribución. «Gracias a ello, hemos conseguido mayores ingresos y ha sido clave para nuestro crecimiento», afirma Óliver.
Ahora, su siguiente objetivo es montar su propia comercializadora de pescado para distribuir no solo sus capturas, sino también las de otros pescadores que quieran sumarse al proyecto.
Un mensaje para las nuevas generaciones
A lo largo de la conversación, Óliver nos transmitió su pasión y compromiso con la pesca artesanal. Cuando le preguntamos qué consejo daría a los jóvenes que están pensando en seguir este camino, su respuesta fue clara: «Es un trabajo sacrificado, de mucho esfuerzo, pero también es un modo de vida con el que se puede vivir bien. Eso sí, tiene que gustarte, porque si no, es difícil aguantar».
Para Óliver, la pesca es más que una profesión, es su esencia. Por eso, cuando le preguntamos si volvería a ser pescador si tuviera la oportunidad de empezar de nuevo, su respuesta no deja lugar a dudas: «Veinte veces volvería a ser pescador». Desde el Grupo de Acción Costera de Gran Canaria, seguiremos apoyando proyectos como el de Óliver, que demuestran que la pesca artesanal no solo tiene futuro, sino que es clave para la sostenibilidad y el desarrollo económico de nuestras costas.