Marta Romero es licenciada en Ciencias del Mar y una de las responsables del Centro de Buceo Pandora. Nos abre las puertas de su sede de Arinaga, en el sur de la isla, para contarnos cómo ve la costa de Gran Canaria, desde el punto de vista de su sector y hablarnos un poco de las maravillas que tenemos en el mundo submarino.
Para empezar nos damos cuenta de lo integrado que está el centro de buceo en su comunidad, todo el que pasa por delante saluda y Marta devuelve el saludo con una sonrisa de oreja a oreja. La importancia de la empatía en un instructor de buceo queda patente durante toda la entrevista.
Para Romero, la costa de Gran Canaria es un enclave afortunado, sobre todo en lo que a buceo se refiere. Destaca que tenemos unas aguas ricas en vida y con mucha claridad. Por otro lado, es el único sitio del mundo con una especie única, el angelote (Squatina squatina), del que contamos con una población estable.
Su papel en la costa de Gran Canaria es clarísimo: transmitir la riqueza del mar a todos los que se quieran acercar al mundo del buceo. A través de los bautizos para los noveles y las salidas diarias que realizan, intenta inculcar el respeto por nuestros fondos marinos.
Cuando preguntamos por las acciones que pondría en marcha para mejorar la costa de Gran Canaria, no lo duda. Romero propone la creación de un área protegida, un pequeño rincón en el que los peces pudiesen estar tranquilos, sin estrés y sin capturas. Desde su punto de vista, esto fomentaría la conservación del fondo marino y repercutiría positivamente en diferentes áreas costeras, no sólo en el buceo.
Y hablando de buceo, le preguntamos qué hace a Gran Canaria tan especial para esta actividad. Rodríguez destaca la claridad de las aguas, con 20 y 25 metros de visibilidad de media, y la variedad y cantidad de especies que tenemos. En este punto, es imposible no nombrar la Playa del Cabrón, uno de los diez mejores sitios de buceo de Europa con entrada desde costa.
Para terminar, Romero recomienda a todo aquel que quiera iniciarse en el mundo del buceo que empiece por un bautizo y que lo haga de manos de un profesional. «Y que tenga cuidado, porque el mar engancha, y una vez que lo has probado, es muy difícil desengancharte de él», concluye con una amplia sonrisa.